miércoles, 10 de febrero de 2021

El sueño de Tasdan. Fragmento de "Metal Oscuro: El Manuscrito del Sol Rojo"


    Nuestro protagonista se ve involucrado en la búsqueda de un objeto legendario conocido como «el hacha del Poder». En mitad de un viaje, en el que vive innumerables aventuras y desventuras, tiene un enigmático sueño en el que ve a su compañera de viaje, la cual antes de desaparecer le había regalado un misterioso colgante conocido por el clan al que ella pertenecía como «el ojo».

    Este es el fragmento de la novela en el que el propio protagonista describe dicho sueño:

    «...Lo cierto es que me vi flotando en un vacío azul, moviéndome muy despacio hacia abajo. Apareció un fondo marino ensombrecido, lleno de algas y decenas de peces que se movían a mi alrededor.

    Desde las rocas del fondo surgió un fuerte resplandor, algo muy deslumbrante. Me acerqué hasta estar frente al minúsculo punto que emanaba aquella luz: se trataba del colgante que me había regalado Xada. Hice un ademán de alcanzar al enigmático objeto, pero una mano se posó con suavidad en mi hombro impidiéndomelo. Cuál sería mi sorpresa cuando me di la vuelta y me encontré de frente con Xada. No pude evitar que cada parte de mi ser manifestara la profunda alegría que sentí al verla.

    —¿Qué haces aquí? ¡Creí que nunca te volvería a ver! —exclamé. Entonces una horrible certeza me golpeó de forma despiadada, haciéndome sentir una amarga tristeza—. Sigues muerta y esto solo es un sueño, ¡no eres real!

    Todo comenzó a tomar colores muy vívidos, como si el ambiente se electrificase, en apenas un instante el entorno se tornó hiperrealista.

    —Que para ti no sea real no significa que no lo sea yo. ¿Acaso importa eso ahora? —preguntó Xada

    Volví a mirar hacia el fondo, pero el «ojo» había desaparecido, de hecho el lecho marino estaba mucho más profundo, a pesar de lo cual yo podía percibir todo lo que había en la lejanía: montañas, valles, restos de naufragios e incluso lo que parecía ser una ciudad fantasma sumergida, que se encontraba debajo nuestra.

    —Tasdan, tienes que recuperar el «ojo». Es algo que no debe caer en las manos de cualquiera: la realidad podría desmoronarse bajo tus pies.

    —¿Por qué me lo diste?

    —Porque eres el más adecuado, a pesar de lo cual necesitarás ayuda.

    —Lo he perdido, Xada. No merezco tu confianza.

    —Necesitarás ayuda —repitió apresurando su manera de hablar—. Debes encontrar al viajero que cayó del firmamento. Él te ayudará a entender.

    Xada comenzó a desvanecerse como un espectro, a la vez que se alejaba. Estiré el brazo hacia ella, tratando de alcanzarla y retenerla junto a mí.

    —¿Qué significa eso? ¡No te vayas! ¡Regresa!

    Desperté temblando y con el corazón golpeándome el pecho, como si dicho órgano tuviera voluntad propia y quisiera salir al exterior por su cuenta.

    Había empezado a llover. Me incorporé y vi a los nagasobekis y a Xon en pie. La hoguera se había apagado y al final del claro donde acampábamos pastaba Xencron con placidez. La temperatura era agradable y el olor a tierra húmeda flotaba en el ambiente».

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